Postvanguardias

Wednesday, July 05, 2006

Nacionalismo mexicano

La mayoría de los pintores que iniciaron sus trayectorias profesionales en México durante la primera fase del muralismo se vieron necesariamente inmiscuidos en el gran mosaico que conforma la Escuela Mexicana, ya fuere que entre sí comulgasen, o no, en propósitos. Tiempo después se disgregaron, si bien los siguieron compartiendo las mismas inquietudes políticas se aliaron durante los años treinta con lo fundadores de LEAR (Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios) y con quienes integraron el TGP (Taller de Gráfica Popular). Otros artistas residieron por largo tiempo en el extranjero, sin abandonar del todo sus incursiones en el medio mexicano, como fue el caso de Rufino Tamayo. Hubo también quienes en los años cuarenta se mantuvieron cerca de algunos de los muralistas de la segunda y tercera generación, viajando por varios sitios de la República coadyuvando en la realización de más obras murales. El guatemalteco-mexicano Carlos Mérida —quien por cierto ejerció con sagacidad la crítica de arte— colaboró con el programa nacionalista, aunque en realidad se sentía apasionado por las new tendencies y abandonó el Sindicato, del que era miembro con objeto de viajar a París, expuso en Nueva York en 1926 y a su regreso a México dedicó su vida fundamentalmente a la pintura de caballete. Su geometrismo, inspirado en el textil maya, fue muy de avanzada en los momentos en que se gestó. Roberto Montenegro por su parte reunió una valiosa colección de arte popular, sobre la que escribió un tratado, y a la vez practicó cuanta "vanguardia" le vino en gana. Sus mejores creaciones de caballete están por el lado del Surrealismo. Otros pintores, Agustín Lazo es un ejemplo, se interesaron más en estudiar a sus pintores favoritos -Renoir, Seurat, Max Ernst, De Chirico, Picasso- que en compartir las inquietudes de quienes leían las partituras bajo la batuta de Diego Rivera o de Siqueiros. Los ejemplos que podían mencionarse acerca de trayectorias independientes, amalgamadas sin embargo al contexto de lo que entendemos por Escuela Mexicana, son tantos como los artistas. Buena parte de ellos participaron en las exposiciones que se presentaron en el extranjero, varias de ellas coordinadas por Inés Amor, la dueña de la primera galería independiente de larga trayectoria que se fundó en México. Me refiero a la Galería de Arte Mexicano, que abrió sus puertas al público y a los coleccionistas en 1935 y que hasta la fecha es una de las principales galerías de la Ciudad de México.

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